viernes, 10 de junio de 2016

6 años en Suiza (tercera y última parte)

Pues sí toca darle un cierre a estas crónicas de reflexión sobre la emigración... A partir del quinto año se hace un poco de balance. Te sientes capaz de afrontar cualquier situación, aunque no domines el idioma y empiezas a encontrarte a gente conocida por la calle o cuando sales de excursión a alguna parte. Símbolo de que ya llevas mucho tiempo en un sitio.También es verdad que las ciudades suizas por lo general, comparadas con otras capitales europeas, son pequeñas en cuanto a población y las actividades más atractivas son casi siempre las mismas. En cualquier caso, son los años en los que te empiezas a dar cuenta que la integración, expresada de forma consciente, no es tan fácil como todo el mundo piensa. Los extranjeros que conozco y que se sienten integrados, son los que están casados o son pareja de algún suizo o suiza. Del resto, no digo que sea imposible, pero es más difícil encontrar a gente que te diga lo mismo. 
Así que es en este punto de inflexión, donde se establecen dos caminos muy claros: el de la integración y el de la desintegración. Los afortunados que se encuentran con la primera opción, se sienten más o menos satisfechos y los pocos esfuerzos que hacen son recompensados. El segundo camino es más duro y fruto de la decepción. Decepción porque has estado invirtiendo mucho tiempo en entender y comprender la cultura, te has esforzado por expresarte mejor en el idioma del país, por acercarte a la gente... y a pesar de todo no se produce ese cambio de "status". Entonces te rindes y pierdes la motivación por seguir intentándolo, porque te das cuenta de que la última palabra siempre la tiene el otro y da igual lo que hagas o dejes de hacer. El prejuicio de "Ausländer" caerá igualmente sobre tí con todo el peso del condicionamiento social. Aunque llega un momento en que te da igual, decides vivir tu vida lo mejor que puedas al margen de las categorías que otros se empeñan en tatuarte y ya está. 
Curiosamente quedan huellas... signos que el país de acogida ha dejado en tu personalidad y no lo notan los nativos, pero sí tus familiares y amigos cuando estás de visita en tu país de origen. Luego el cambio está ahí y eso después de todo, es la prueba de que te has adaptado, de que te has "integrado", lo quieran ver los demás o no. Esta conclusión es la que debe permanecer al final de la experiencia, como el valor añadido que nos llevaremos con nosotros cuando regresemos a la tierra patria.
(Próximo capítulo: cosas buenas y malas de Suiza... a mi parecer).
(origen de la foto)

1 comentario:

  1. Todo el esfuerzo en conseguir lo tenido en tu país en otro de prestado te servirá seguro a la vuelta. Ningún acto que se haga cae al vacío.

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